Jesús de Nazaret es una figura histórica extraordinaria, el cual provocó la admiración de multitudes, y causó que miles lo siguieran para verle y escuchar de él sus elocuentes predicaciones.
El Hijo de Dios, Jesús de Galilea, fue un personaje único y excepcional. La influencia de su vida y de su obra en este mundo fue tan impactante, que sirvió como referencia para fijar y medir los tiempos y hechos históricos de la humanidad. De ahí, que hoy se mencione que un acontecimiento ocurrió antes, o después de Cristo.
Cristo Jesús obró prodigios, hizo milagros grandiosos de sanidad, que dejaron maravillados a los que pudieron verlos. El poder mostrado por Jesús fue tal, que algunos hasta tuvieron miedo de estar cerca de él. Levantar y hacer andar un paralítico, devolver la vista a un ciego, liberar a un poseído por demonios, resucitar a alguien muerto, multiplicar unos panes, caminar sobre el agua, son algunos de los prodigios de Jesús.
Su poder es de tal fuerza que, en muchos casos, Jesús, con solamente hablar provocaba el efecto de aquello que ordenaba.
En una oportunidad, estando en una barca junto a sus discípulos, en medio del mar de Galilea, se inició una tempestad muy fuerte que estaba a punto de hacer hundir la barca. Los discípulos pudieron ver a Jesús hablarle a los vientos y al mar, ordenándoles que se aquietaran, lo que al instante fue hecho así, tal como Jesús lo mandó. Esta acción es la que provocó la frase que ha dado motivo a esta reflexión, cuando los discípulos dijeron: “¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen.”